lunes, 8 de marzo de 2010

La inseguridad de Burgos

Loli Tovar no logra contener las lágrimas. Tampoco la rabia. La noche del pasado 14 de noviembre, su hijo Aitor, de 19 años, se cruzó con dos jóvenes rumanos en la zona de copas conocida como Las Bernardas. Trató de intermediar en una pelea y recibió un golpe que le tumbó en el suelo. Tras el incidente se marchó a casa. A la mañana siguiente, cuando Loli fue a despertarlo, lo encontró en estado de coma. Aitor murió por la tarde, en el hospital. Los responsables están en la cárcel, a la espera de juicio.
Su caso es el último en el convulso panorama de la noche burgalesa. Exactamente 12 meses antes, en noviembre de 2008, se producía la primera muerte de un joven en Las Llanas, el otro barrio de bares de la ciudad. Se llamaba Iván Herrero, era de Covaleda (Soria) y estudiaba automoción en Burgos. “Era un chico tranquilo, nunca se metía con nadie”, dice su madre, Charo Gutiérrez. La víspera de la festividad de Todos los Santos, Iván tenía una cena con los compañeros de clase. Al igual que Aitor, tuvo la desgracia de toparse con dos chavales con ganas de pelea. También sufrió un golpe en la cabeza contra el suelo tras recibir un puñetazo. Y tampoco pudo escapar a la muerte.
Entre ambos crímenes hubo tiempo para otro. Jonatan Gómez tenía 25 años y trabajaba de camarero en Las Llanas. En la madrugada del 10 de mayo, cuando ya había acabado su turno, se cruzó con un grupo de diez jóvenes, ninguno de más de 20 años. Le pidieron un cigarro y Jonatan les respondió que no. Fueron por detrás, lo tiraron al suelo y lo arrastraron a patadas durante varios metros. Cuando vieron que no reaccionaba, llamaron al 112 y se marcharon. El joven murió dentro de la ambulancia.
La policía sólo pudo identificar a cuatro de los diez participantes en la agresión. Actualmente están en la calle, pendientes de juicio. María Pacheco era la novia de Joni, con quien tuvo un niño que ahora tiene cinco años. Trabaja en un bar, no muy lejos de donde mataron a su novio. Hace pocos días, uno de los agresores se dejó ver por la zona. “Me haré a la idea de que lo mataron cuando ellos estén en la cárcel”, afirma esta chica. Inés Gómez, la madre del fallecido, no logra superarlo. Cree que en Burgos “matar sale gratis”.
La brutal paliza a Joni marcó un antes y un después entre los hosteleros de la ciudad. Con un “Ya basta” como consigna, sus amigos –en su mayoría camareros– decidieron formar un movimiento cívico para tratar de evitar otra muerte. A pesar de sus reclamos, aún faltaba que en noviembre muriera Aitor del Álamo, y que otros jóvenes –con bastante más suerte que ese chico burgalés– fueran víctimas de golpes, insultos y amenazas.
Hasta la noche que acabaron con la vida de Jonatan, su amigo Raúl Mancha era un informático que los fines de semana sacaba un dinero extra en un bar de Las Bernardas. Tras quedarse sin lágrimas, la tristeza dio paso a la reivindicación de más seguridad para camareros y clientes. Arropado por los trabajadores de varios bares, Mancha se convirtió en el presidente de la Asociación Cívica Burgalesa (Acib). Su seña de distinción quedó impresa en unas camisetas negras con el lema “¡Hoy te pueden matar a ti!”. La primera manifestación convocada por este grupo se realizó a los pocos días del asesinato de Joni y logró reunir a 10.000 personas.
Cuando en noviembre pasado mataron a Aitor del Álamo, los miembros de Acib constataron que su diagnóstico sobre la noche de Burgos tenía más vigencia que nunca. Una fuente policial explica que la situación de la ciudad, entre Bilbao y Madrid y con menos policías para luchar contra la droga y la delincuencia, la está convirtiendo en lugar de riesgo. Los miembros de Acib piden instalar cámaras de seguridad para las dos zonas de copas y mayor presencia policial. “A largo plazo, buscamos concienciar a los jóvenes de que algo está pasando en Burgos, y que se sale de fiesta a pasarlo bien, no a buscar ni encontrar movidas”, dice Laura Villanueva, amiga del asesinado.
La subdelegada del Gobierno en Burgos, Berta Tricio, afirma a interviú que “los datos estadísticos no avalan la instalación de cámaras, pero en cualquier caso no le corresponde a la subdelegación tomar esa decisión”. “Peleas ha habido siempre”, subraya, e insiste en que Burgos, incluso los fines de semana, “es una ciudad segura”. La decisión de instalar cámaras de seguridad recaería en la Comisión Regional de Videovigilancia. El alcalde de esta localidad, el popular Juan Carlos Aparicio, ha propuesto a la subdelegación solicitarlo de manera conjunta.
Esta revista trató de obtener la opinión de la concejala de Seguridad Ciudadana, Gema Conde, quien a través de su gabinete de prensa declinó la oferta. Los integrantes de la plataforma ciudadana entregaron mil firmas a los responsables municipales y les exigieron que tomaran medidas.
Los familiares de Aitor del Álamo se quejan de la pasividad de las autoridades. “A nosotros no nos ha llamado absolutamente nadie”, dice su madre. Tiene otros dos hijos y cada vez que salen por Burgos se queda con el corazón en la boca. Uno de ellos, Nicolás, sigue sin comprender cómo es posible que Aitor ya no esté. “Su único problema –señala– fue meterse a separar una pelea. Por eso lo mataron”.
En la localidad soriana de Covaleda, los padres de Iván Herrero ya conocen de memoria los antecedentes del joven que golpeó a su hijo. Se apoda el Pelayo, entonces tenía 17 años y, según consta en el expediente judicial, ha tenido una vida ajetreada: su madre era prostituta y estuvo dos años en la cárcel, mientras que su padre murió de sida. Siendo un niño cometió varios robos y lo pillaron vendiendo droga con su hermano.
En agosto pasado, la jueza de Menores que actuó en este caso condenó al Pelayo a cuatro años en régimen de internamiento, acusado de “homicidio por imprudencia grave”, mientras que el joven que lo acompañaba está en la calle, a la espera de juicio. La Junta de Castilla y León, que ejerce la tutela de este menor, tuvo que indemnizar a la familia con 205.000 euros. Enrique Herrero y Charo Gutiérrez, los padres de Iván, se quejan por la pena impuesta al responsable de su muerte. “Pedimos una sentencia justa, acorde al daño que ha causado”, afirma Enrique. Encima de la mesa hay una foto de Iván junto a una vela encendida.


http://www.interviu.es/default.asp?idpublicacio_PK=39&idioma=CAS&idnoticia_PK=60340&idseccio_PK=547&h

1 comentario:

  1. Qué barbaridad, pero como dices tú si matan a sus propios hijos que no nos harían a nosotros

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